jueves, 1 de enero de 2009

MUTIS... ES HORA


MI AMIGO RUDOLF me manda desde EEUU un recorte de Opera News donde se anuncia un recital de Montserrat Caballé junto al tenor ruso Nikolay Baskov, acompañados por el piano de Manuel Burgueras, para el 14 de febrero, día de San Valentín, en el Avery Fisher Hall, del Lincoln Center de Nueva York nada menos. Y a mano me escribe al margen del anuncio: "Tolo, tell her to stop this nonsense" (Tolo, díle que pare esta tontería). Como buen austriaco es un gran amante de la música y de la ópera y en muchas de nuestras largas conversaciones en Los Angeles le dí la tabarra con mi apreciación de la Diva, muy cercana a la devoción. No creo que nadie haya amado su voz más que yo. Quizás por eso me manda Rudolf ese ruego, como si yo pudiera encontrar la manera de que Caballé supiera decir adiós a la escena, cuando ya hace años que la abandonó el canto. En un penoso recital en Croydon, en los suburbios del Gran Londres, a finales del pasado siglo, la oí cantar por última vez en el escenario. La voz maltrecha, los agudos chirriantes, el fiato laborioso y disminuido..., apenas nada recordaba la Caballé que me hizo amar la ópera. No pude aplaudirla y sentí pena. Desde entonces me propuse, por respeto a mi memoria de su arte, no volver a escucharla en directo. La "Fille du Regiment" de Viena del 2007 fue una excepción, pero era un papel hablado, aunque ella añadiera una propina de cancioncilla tirolesa, y comprobé que seguía manteniendo su poderosa presencia, su aura de gran estrella. Pero cuando vino con el mismo tenor ruso a mi ciudad, Málaga, sólo quise ir al camerino a saludarla. Escucharla ya me duele. No entiendo cómo un auditorio tan prestigioso de Nueva York presta su escenario para un evento en el fondo tan triste. Pero más inexplicable me resulta que su familia, que Carlos, su hermano y asesor artístico, Montsita, su hija y también cantante, Bernabé, su marido y tenor retirado tempranamente, no hayan sabido acabar con este dislate, ya de años; decirle que ha llegado la hora, que ya no puede cantar, y no por respeto a un público que aparentemente sigue pagando para verla (la entrada más barata para el recital neoyorquino cuesta 45 dólares), sino por respeto a ella misma, a su canto y su memoria. La enorme dignidad de su arte, su justa reputación de una de las más grandes voces de la historia de la ópera, no deberían verse empañadas por esta especie de locura última. Con o sin joven tenor rubio, sola o con su hija. No se pueden echar los restos, cuando ya no quedan. Por fortuna siempre tendremos su vasta discografía, en estudio y en vivo, testimonio de que el milagro fue cierto. Los espectadores de ese recital del Lincoln Center deberían inmediatamente escuchar luego en sus casas la Lucrezia Borgia del Carnegie Hall cercano, 44 años antes, o la Parisina d'Este, de 9 años después, para comprender por qué a Caballé se le recordará siempre, mientras haya oídos para el canto puro, de timbre increíblemente bello, legato y filados prodigiosos, seguro en todos los registros; con una voz que se expande -como dijo un crítico francés- igual que un mar en calma, pero también capaz de encresparse con furor dramático. Su voz es ya parte de la historia. Por eso es hora de que Caballé lo reconozca. Tras más de medio siglo pisando los escenarios del mundo entero, es hora del mutis. No pasa nada, nos queda su voz grabada, su imagen filmada. La Malibrán, la Pasta o la Colbrán no tuvieron esa suerte. Es hora, Montserrat. Mutis. Es hora.

(Foto: Caballé con Baskov en un recital en Moscú)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que es muy difícil para muchos grandes artistas retirarse. Nureyev, porque se murió, pero los últimos años era un desastre y continuaba a pesar de todo.

diego dijo...

Dichoso tú, que tienes un pasado y pudiste oírla en sus tronos.A los jóvenes les queda las discografía.

Tolo dijo...

Bueno, eso de que tengo un pasado suena a novela decimonónica, je, je... Y vamos, en este particular tengo más presente que pasado, creo. Y sí, a los MÁS (te ha faltado el más) jóvenes les queda la discografía y los vídeos. Por desgracia (o suerte) no soy lo suficientemente mayor para haberla visto (sin que mis padres me llevaran) en sus buenos años. Como creo que ya dije en alguna entrada anterior de este blog, sólo alcancé a verla bastantes veces en la ladera descendente de su carrera, pero cuando aún quedaban suficientes restos de la antigua gloria.

Anónimo dijo...

Excelente artículo: un estupendo cóctel de conocimiento, pasión y devoción, pero todo eso no tendría la misma altura si no fuese por el ingrediente imprescindible: está magníficamente escrito. Enhorabuena.
Por cierto, en relación con la entrada anterior, seré claro: quiero ser felicitado con ese CD.
FRN

Tolo dijo...

Gracias Paco. Viniendo de ti, ese elogio significa aún más para mí. Espero que el disco te haya gustado.