viernes, 22 de abril de 2011

SOLEDAD TRAS LA BUENA MUERTE



No sé si se contagiaron los hermanos de la Cofradía de Mena de la temeridad que se le supone a los caballeros legionarios. Pero en un Jueves Santo de tormenta, gris y frio, aprovecharon un clarillo -dicen que animados por el pronóstico meteorológico de la NASA- para sacar a sus titulares. Los únicos que recorrieron las calles ese día. Iban con algo de prisa, el itinerario recortado, pero allí estaban los novios de la Muerte, los nazarenos y las bandas de música. La Virgen de la Soledad, estrenando manto nuevo y todo. Así pasaron frente a mi iPhone, camino de la Alameda.

miércoles, 20 de abril de 2011

Y LLORÓ HASTA LA CORNETA


La lluvia suele estropear las procesiones de Semana Santa en Málaga y este año no ha sido una excepción. La Cofradía de la Sangre, con sede al lado de mi casa, por temor al aguacero anunciado para la madrugada, suspendió su salida. El ambiente estaba frío y la tristeza se respiraba mezclada con el incienso. A un jovencísimo hombre de trono no lo consolaban ni los besos de su novia. Las lágrimas brotaban con facilidad. Y, como se ve aquí, en mi último video de procesiones, durante el modificado recorrido del Cristo de las Penas, en la plaza Montaño lloró hasta la corneta.

domingo, 17 de abril de 2011

DE MI BALCÓN A YOUTUBE (con perdón)


Son mis primeros vídeos en YouTube y son malos, malos... Lo sé. Pero, tras años dándole vueltas, por fin me he decidido a publicar un vídeo en internet. Es tan fácil hacerlo desde el iPhone -con el que he grabado esto desde el balcón de mi casa este mediodía y esta madrugada de Domingo de Ramos- que uno se explica las chorradas que se cuelgan. Bueno, como ésta. El próximo será mejor. Espero.


domingo, 3 de abril de 2011

mis 100 películas: 6. Shelter














SHELTER (EEUU, 2007). Dir: Jonah Markowitz


Resulta difícil no enamorarse de esta película o de su protagonista. Trevor Wright, un chaval de 22 años con el irresistible atractivo del joven Tom Cruise, pero buen actor, interpreta a Zack, un artista grafitero de vocación, preso de responsabilidades familiares y de un noviazgo agotado que le asfixian, hallando solo refugio (shelter) en las olas, mientras surfea en las playas de San Pedro, un suburbio de Los Angeles. Su encuentro con el hermano mayor de su mejor amigo, un escritor gay de éxito, sacará a flote deseos que desconocía y la lucha entre quien realmente quiere ser y lo que esperan de él familia y amigos -no es solo salir del armario, sino hacerse cargo de su vida y aprender a volar- centra dramáticamente una historia filmada con inusual ternura e inteligencia, una de las películas más románticas que conozco. En una escena en la cama, tras una primera noche de amor, Zack vive ese instante de completo éxtasis ante la presencia del amado que sólo se experimenta, con suerte, una o dos veces. Trevor Wright, fotografiado en primer plano, lo refleja maravillosamente en su rostro y en sus hermosísimos ojos, como no recuerdo haberlo visto nunca en el cine. Imposible contemplarlo, habiéndote enamorado realmente alguna vez, sin revivir ese bocado en el pecho que duele y gusta al mismo tiempo.