sábado, 29 de agosto de 2009

EMBRUJAO

Por mi sendero yo voy, por mi sendero yo vengo... Eran las primeras palabras -en tangos- con las que calentaba su preciosa voz en el primer cante del primer disco (Viento del Este). Y casi 15 años después ahora reconocemos una declaración de principios, un anuncio y una promesa. Cumplida. Miguel Poveda es un cantaor puro, con ramalazos de Caracol. Mairena y Farina. Los maestros a los que sin duda recuerda con reverencia. Pero es también un molde nuevo, único y personal, que ha encontrado su propio camino, un decir apasionado, con el alma en la garganta, que sin dejar de alimentar sus raíces flamencas vuela por múltiples parajes, acompañado de solo una guitarra o arropado por toda una orquesta sinfónica. En andaluz o en catalán, con quejíos de fandangos o requiebros de boleros, parece querer explorarlo todo, sin dejar de ser él mismo. Debo confesar que acabo de descubrirlo. Le había escuchado hace un tiempo en un dúo maravilloso en catalán con Marina Rossell (Queda't de mi alguna cosa), llamándome la atención el acento y el color de su voz. Pero no ha sido hasta las Coplas del querer, su nuevo disco ya todo un superventas, cuando su arte me ha cautivado. ¿Ha sonado la copla alguna vez mejor, con más pasión y verdad? Ya tengo toda su discografía (ocho albumes) y no paro de escucharla. Debo recuperar el tiempo perdido.