martes, 13 de enero de 2009

EL SILBIDO DE TCHAIKOVSKY










ACABO DE ESCUCHAR a Pyotr Ilych Tchaikovsky silbando y es difícil describir la emoción. También le he oído pronunciar unas cuantas frases más bien insulsas en una especie de reunión de amigos, que incluía a Anton Rubinstein. Considerando que el compositor murió, en oscuras circunstancias, en 1893, jamás imaginé que llegara ese día y no estaba muy preparado para la experiencia, casi una psicofonía de Milenio III. En contra de lo que generalmente se cree, los primeros experimentos de grabación con cilindros por Edison se remontan a 1888. Julius Block, un visionario entusiasmado con el nuevo invento, dedicó gran parte de su vida a grabar artistas y personalidades, principalmente en Rusia y Alemania, de 1890 a 1927. Sus más antiguas grabaciones, primitivas pero de incalculable valor histórico y en muchos casos artístico, se pensaban irremediablemente perdidas durante la Segunda Guerra Mundial, hasta que hace pocos años fueron descubiertas en San Petersburgo. Ahora, e inesperadamente, en una edición limitada de tres CDs, Marston, un sello de culto entre aficionados a las voces antiguas, acaba de editar una buena selección de las grabaciones de Block, amorosamente restauradas. Bajo el título de The Dawn of Recording, The Julius Block Cylinders, incluye grabaciones de piano, instrumentales y vocales, muchas de artistas que hasta ahora habían permanecido mudos, sólo nombres. Me ha llegado hoy en el correo y el primero que he escuchado ha sido Tchaikovsky. Bromeando en el frío enero moscovita de 1890, divagando... y, particularmente emocionante, silbando. La voz estridente, poco elegante, no la que yo esperaba del taciturno compositor de la Patética. Y de pronto es como si mi percepción del artista se hubiera alterado de manera notable. Ahora le imagino picoteando y bebiendo en tertulia, comentando con media sonrisa, tras una espantosa escala de notas de una señora, que el trino podría haber sido mejor o frotándose las manos mientras grita que Block está muy bien, pero que prefiere a Edison. Simplemete, se ha humanizado. Esas pocas frases, y sobre todo esos silbidos, me han acercado al hombre como nunca lo pudo hacer su música. Ya no escucharé nunca más El Lago de los Cisnes del mismo modo. Porque he oído silbar a Tchaikovsky.

The Dawn of Recording. The Julius Block Cylinders. Marston 53011-2. (3 CDs). Con libreto de 70 páginas.

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