sábado, 12 de abril de 2008

CABALLÉ 75



Hoy cumple 75 años Montserrat Caballé, la más grande cantante lírica que ha producido este país en el siglo XX y la voz que más placer y alimento espiritual ha aportado a mi vida. Me ha acompañado desde mi adolescencia, ella me ha enseñado a amar la ópera. La he gozado en centenares de grabaciones en todo su milagroso esplendor; alcanzó a acelerarme el corazón en varias actuaciones en vivo, ya en la ladera declinante de la cumbre de su larguísima carrera; la he visto deteriorarse... Cómo podría ser de otra manera. Fueron cien heroínas y miles de arias y canciones en más de medio siglo en los escenarios de cuatro continentes. El terciopelo se ha gastado, el brillo se ha apagado... Quedan intactos -pude confirmarlo el pasado año en Viena- su magnetismo personal, la presencia de gran dama del canto, quizás la última diva entroncada con esa escuela belcantista iniciada con los castrados y que hoy tiene escasos practicantes.

La esencia de su arte, y su principal aportación a la gran tradición de la ópera, fue interpretar dentro de la línea de canto, sin distorsionarla y descartando histrionismos ajenos a la partitura y que suelen ser recursos para ocultar deficiencias técnicas en cantantes poco virtuosas. Su Violetta (memorablemente grabada para RCA), no necesita "ser dramática", sino simplemente cantar lo escrito por Verdi, siguiendo escrupulosamente sus indicaciones y añadiendo el toque personal mediante la belleza de su timbre, un refinado portamento y un medido uso de la mezzavoce y los filados. Con ello Caballé nos devuelve un principio fundamental de la gran tradición del belcanto y que parecía olvidado. Un cantante es un artista que produce hermosos sonidos, con bello timbre, buen tono y sensibilidad, agilidad de movimiento y auténtico legato.

Es triste para mí pensar en una escena operística sin Caballé en ella, pero siempre nos quedará la voz: exultante, orgullosa, contrita, desgarrada, temerosa... La magia de su voz, poderosa y ágil, que, sin perder brillantez ni riqueza armónica supo proyectar desde un penetrante fortísimo hasta una hebra delicadísima de sonido que flotaba hasta límites casi imperceptibles y nunca se quebraba. Una voz que sigue resonando en el oyente largo tiempo después de haber callado. Que expresó todos los sentimientos humanos y que a mí, por lo menos, me hizo más hombre. Felicidades Montserrat.
(Fotos: Cubierta del primer LP (1963) y glamourosa reciente pose)

DIEZ (Y UNA) GRABACIONES IMPRESCINDIBLES

1. Bellini, Donizetti, Verdi. Rarities. RCA (2 CDs)
2. Donizetti. Lucrezia Borgia . RCA (2 CDs)
3. Donizetti. Parisina. Grabación en vivo (Carnegie Hall, 1974, 2 CDs)
4. Bellini. Norma. Filmado en vivo (Orange, 1974, DVD)
5. Bellini. Il Pirata. EMI (2 CDs)
6. Verdi. La Traviata. RCA (2 CDs)
7. Verdi. Aida. EMI (3 CDs)
8. Verdi. Don Carlo. EMI (3 CDs)
9. Grandes Heroínas Operísticas. RCA France (2 CDs)
10. Puccini Arias. EMI (CD)

11. Caballé. Más allá de la música. Cameo (DVD). Excelente y emotivo documental.

56 de sus papeles en escena recopilados en: http://youtu.be/oFImCTYHL3E

2 comentarios:

diego dijo...

A este paso nos vamos a hacer todos caballetistas. El disco que has repartido entre los amigos contribuirá a ello. Esta selección de “primitivas” interpretaciones de la diva es una lección más que impartes desde tu cátedra de pontífice máximo.
De las cualidades de su voz no puedo decir nada que tú no hayas dicho en la introducción. Es curioso que ya en su primera grabación de Casta Diva hace una interpretación canónica del aria, que en posteriores registros prácticamente no modificaría. Sutilísima en “O tu del mio dolor …” de Rossini, y dramática en “Ecco l’orrido campo” de Verdi (Que veggio? Una testa!).
Pero como te puedes imaginar, mis gustos van más por Puccini y Ponchielli en cuyas piezas está soberbia. Bellísima la canción de Toldrá.
Enhorabuena.
¡Ah! La foto del disco de Vergara es impagable
Diego

Tolo dijo...

¿Pontífice máximo? Mmmmmm... Dejando a un lado la coña, me alegro que hayas disfrutado el disco y haya contribuído un poco a acentuar tu apreciación del arte de la Diva. Ese era mi principal propósito al compilar esa serie de ejemplos de la primera -pero nada primitiva- Caballé. En mi caso todos los cortes son, de alguna forma, favoritos. De hecho bastantes favoritos tuvieron que quedar fuera al desechar la producción de un doble disco (aunque sigo barajando una edición especial, con un segundo CD antes de que acabe el año). Pero pienso que si tuviera que elegir uno para ejemplificar el efecto de su voz en mí, bien podría ser el aria de Odabella en Attila. Cantada con un legato prodigioso, en lo que parece una sola toma de aire, produce en el oyente un efecto casi mágico de encantador de serpientes. A la larga es quizás eso lo que explica mejor la sensación del espectador durante un concierto de Caballé en sus muchas noches de gloria. La Diva cautiva con su voz tus sentidos y durante un momento tú tampoco respiras, y hasta el mundo parece suspendido, con el pasmo del milagro. Y es que la mejor Caballé canta y encanta.