lunes, 31 de diciembre de 2007

O DEL MIO DOLCE ARDOR...


MIS DOCE MOMENTOS EN OPERA

Elegir 12 momentos fundamentales en mi experiencia de apasionado a la ópera, con grabaciones de estudio y sin repetir cantante ni compositor, no es tarea fácil. Muchos significativos quedarían fuera aún limitándome a los de Montserrat Caballé, aquí representada por su sublime Norma, severa sacerdotisa y conmovedora madre, en la sobrecogedora escena final, acompañada por el recio Pollione de Plácido Domingo. Acababa de abandonar la adolescencia cuando el dúo central de este finale me enganchó para siempre al placer de la Ópera. Un nume, un fato di te più forte, ci vuole uniti in vita e in morte… Versos de pasión más allá de la muerte que dentro de mí no han dejado de resonar desde entonces. Y todos estos años canté y lloré con la ópera. En momentos de carencia emocional los adioses a la vida de Cavaradossi y Dido, interpretados con honda pero refinada emotividad por Carreras y De los Angeles, me hundieron con gusto un poco más en la melancolía. Pero mayormente la Ópera ha alegrado mi vida. Y nadie tanto como Rossini, el más eficaz antidepresivo que conozco, sobretodo servido por una voz perfecta para su estilo -la escena de Malcolm es un milagro- como la de Horne. O Handel, al que empecé a descubrir con Giulio Cesare y esa aria del astuto cazador que Stutzman, una auténtica contralto, canta ejemplarmente. Fue quizás la brillante extravagancia de este arte irracional, donde también se odia cantando, lo que más me sedujo. Y aún recuerdo el impacto de la primera audición del aria de la Reina de la Noche, en la que Streich desafía las leyes de la física. O del grito a las armas de Manrico, aquí espectacularmente recreado por Pavarotti, en una escena que ejemplifica como pocas la excitación visceral de este arte. Dado también al vuelo de la ensoñación –el mundo exterior me fue inhóspito y hostil durante toda mi primera juventud-, en la introspectiva sensualidad de la ópera francesa encontré alas. Particularmente con la vocalidad elegante y seductora de tenores como Kraus, Simoneau y Gedda. El canto acariciante de éste último en una rareza de La Muette de Portici llega a placer sensual. Mientras Callas en Mon coeur s’ouvre à ta voix enebria espesando el tono con la riqueza del chocolate fundido y crea una amante irresistible. Ah! réponds à ma tendresse! Verse-moi, verse-moi l'ivresse! Esa borrachera de los sentidos que sólo he encontrado en la Ópera. Pero jamás he visto tan bien expresado el arrobo del enamoramiento, cuando se apaga el mundo y sólo vemos al amado, como en el aria de Gluck con la voz de Berganza. L’aura que tu respiri al fin respiro. Canción de amor y muerte es la Ópera, aunque, como refleja esta selección, la guadaña se rinde al dolce ardor.

(Foto: Alucinando en el escenario del Teatro Real)
_____________________________________________________

1 Die Zauberflöte (Mozart): Der Holle Rachle Kocht In Meinem Herzen (Rita Streich) DEUTSCHE GRAMMOPHON

2 Elena e Paride (Gluck): O del mio dolce ardor (Teresa Berganza) DECCA

3 Giulio Cesare (Handel): Va tacito e nascosto (Nathalie Stutzmann) RCA

4 Dido and Eneas (Purcell): Thy hand, Belinda... When I am laid in earth ( Victoria de los Angeles) DECCA

5 La donna del lago (Rossini): Mura felici (Marilyn Horne) DECCA

6 Norma (Bellini): Qual cor tradisti… Deh! non volerli vittime (Montserrat Caballé y Plácido Domingo) RCA

7 La muette de Portici (Auber): Du pauvre seul ami fidele (Nicolai Gedda) EMI

8 Il Trovatore (Verdi): Ah sì, ben mio...Di quella pira (Luciano Pavarotti) DECCA

9 Les pecheurs de perles (Bizet): Je crois entendre encore (Leopold Simoneau) DEUTSCHE GRAMMOPHON

10 Tosca (Puccini): E lucevan le stelle (José Carreras) PHILIPS

11 Werther (Massenet): Pourquoi me réveiller (Alfredo Kraus) BONGIOVANNI

12 Samson et Dalila (Saint-Säens): Mon coeur s'ouvre à ta voix (Maria Callas) EMI

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el blog Tolo, de la opera no te digo nada porque ya sabes que no entiendo casi nada,me quedo con el puntazo que has tenido al poner ahi al obrero de la puerta de tu casa xD


un abrazo

Tolo dijo...

Gracias Antonio, me alegro que te guste el blog. Y te parezca un puntazo mi obrero. : )

Anónimo dijo...

Tu selección es emocionante e irreprochable, como también lo es el texto con el que la introduces.
Entre otras cosas, los que hemos recibido el regalo del CD hemos podido experimentar el placer de oír la voz pura de Gedda en una de esas óperas “raras” a las que difícilmente se les suele hincar el diente.
Pero como no todo ha de ser sintonía absoluta, ahí van algunas observaciones:
La voz de Nathalie Stutzmann es más brillante y espectacular, pero prefiero la interpretación que de Va tacito e nascosto hace Janet Baker (aunque sea en inglés). Su voz es un susurro, y su canto, como corresponde a esta aria, es de una sutileza sin límites.
Toda antología es subjetiva, pero creo que no merece figurar en ninguna de ellas Pourquoi me réveiller, aunque esté maravillosamente cantada por Kraus. Esta pieza no tiene categoría de aria. No pasa de ser una “chanson” al mejor estilo francés, bonita , pero sólo eso. Tiene un momento que recuerda canciones “de qualité” de los Festivales de Eurovisión de los años 60 y 70.
Y llegamos a E lucevan le stelle, mi aria favorita de tenor. Hubiera preferido la versión de Fleta del 27, la de los sollozos y filatos desmedidos, o la plenamente lírica de Pavarotti, la mejor para mi gusto. No me convence la voz de Carreras, y además, en la frase “entrava ella fragrante” no clava la nota en -gran-, creo que desafina.
Son ganas de discrepar, pero no olvido que son “tus” mejores momentos en la ópera, y como tal los respeto. Este disco ha sido el más escuchado en mi casa durante la segunda semana de vacaciones, y con eso te la digo todo. Espero la pronta edición del número dos de la serie.
Un abrazo

Tolo dijo...

Bueno, estupefacto he quedado ante la longitud de tu comentario. Has establecido un récord no fácil de batir para los comentaristas del blog. Tanto en extensión como en sustancia; un esfuerzo que te agradezco cumplidamente. Muchas gracias. En cuanto a los "peros", yo me pongo más que tú. En toda selección sacrificamos otras muchas cosas, cuya ausencia pronto se hace inexplicable e injustificable. Es la natural compasión por el relegado y el excluído. Pero, como bien dices, estos son "mis momentos" y tienen un fuerte significado en mi biografía, jalones importantes en mi educación sentimental, y por tanto necesariamente diferentes a los tuyos o de cualquier otro. Sería largo para mí -y seguramente imposible de forma enteramente racional- justificar las razones de estas selecciones. Pero algunas observaciones sobre aquellas con las que discrepas. Siempre he encontrado a Janet Baker una cantante fascinante y su dúo con Caballé en el Così fan tutte de Colin Davis (Philips) podría haber entrado fácilmente en este disco, pero no me convence como Giulio Cesare. Echo de menos el brillante artificio barroco. Dicho lo cual, tengo en mi colección su interpretación tanto en DVD como en CD. Respecto a la "chanson" de Massenet, ¿qué quieres que te diga? Mi primer profundo enamoramiento (platónico y hetero), muy niño, tuvo Gwendolin (?) de Julio Iglesias como banda sonora. Y esas cosas deben dejar huellas irreparables. El caso es que ese momento del Werther, con su apasionado asalto melódico a los sentidos, me tocó desde el principio cierta fibra interior. Por eso aparece aquí. Amén de que Kraus debía estar y fue éste uno de sus mejores papeles. Por lo demás ¿encuentras musicológicamente tan diferente el "Lucevan le stelle" de Puccini? A mi juicio son primas hermanas. Sobre ésta última barajé 4 versiones (Carreras, Corelli, Fleta y Pavarotti). La de Fleta es, por supuesto única, un maravilloso ejemplo del encantamiento que una voz puede provocar en el oyente. Aunque, de las tres versiones que grabó, yo prefiero la primera, y más rara, de 1922. En ésta el extraordinario control del interminable pianísimo sostenido y diminuendo en "disciogliea" hay que oirlo para creerlo(Pena del execrable sollozo último). Sin embargo, la voz cálida de Carreras (mucho más "erótica" que la de Pavarotti, por lo demás representado por su magnífica escena del Trovatore) me resulta ideal para el Cavaradossi romántico y artista. La suya es, para mis oídos, una interpretación fantástica, sin los excesos de Fleta, notable por su combinación de fuerza y delicadeza. Que ésta pueda rozar los límites de lo aceptable, adentrándose en los terrenos del falsetto, es algo que nunca me ha preocupado. Con Carreras, oigo palpitar el corazón, se me aceleran los pulsos y hasta vislumbro las estrellas.

Anónimo dijo...

Comparar las dos arias es volver a aquello de la Coca-Cola y el champán.
La estructura de “E lucevan le stelle” es lineal. Comienza con varias frases prácticamente en parlato (ahí queda el reto para el cantante que debe saber “decirlas” con alma) y, verso a verso, va ganando en intensidad, emoción y melodía. De principio a fin es un crescendo en forma y contenido, hasta llegar al éxtasis del adiós a la vida.
En “Pourquoi me réveiller” (tú has incluido el recitativo previo) la cosa es bien sencilla. Una simple estrofa que ya comienza emocionante, y que termina con una subida a modo de estribillo. Al no haber más, Massenet dijo: ¡Hala, repetimos todo!
Así se hace una bonita chanson à la française.

Tolo dijo...

A ver, a ver... No estoy en absoluto de acuerdo con esa comparación. Y eso que me encanta la Coca-Cola. No voy a refutar tu análisis formal del aria de Cavaradossi, que responde a la estructura "standar" de Puccini por otra parte (desde el "Che gelida manina" al "Nessun dorma"). Pero pienso que tantos años enseñando francés ha debido predisponerte contra la música gala. A mi juicio ambas arias contienen dos milagrosas melodías, ante las que se rinde el corazón más duro. Sentimentales sin llegar a sensibleras y de una poderosa carga emocional. La de Werther también comienza con una especie de arioso, quasi parlando, con un prodigioso soporte instrumental como contrapunto. El aria propiamente dicha puede que sea simple en estructura. Pero que difícil e irresistible resulta la sencillez bella. Y con tan hermoso hallazgo ¿quién puede resistir el da capo? Por mí, podría repetirla dos veces más. Qué bien expresa, además,la apasionada desesperación del joven enamorado. Para qué despertar a la llamada de la primavera si lo que nos aguarda es una estación de tormentas. En ese simple arco de melodía se halla para mí toda la esencia de la novelita de Goethe. Nada menos.

Unknown dijo...

Una falta de previsión para la higiene mental: no haber determinado a tiempo que, al igual que existe un día de reflexión previo a la jornada electoral -aunque aquí, claro (Spain is different), más bien convulso en los últimos tiempos-, debía dejarse otro para la meditación posterior: así nos ahorraríamos las estupideces "impuestas" por la inmediatez, y también algún que otro comentario desvergonzado como el del impresentable Ernesto Ekaizer. Pero, en fin, la salvación puede estar en el arte, y así ha sido para mí durante estos tres días en los que el refugio casi continuo ha estado en esta joya que te agradezco. Sin exageraciones, un prodigio de sabiduría y sensibilidad. ¿Se echa algo de menos? Puede que sí, pero nada está de más. A mí, por ejemplo, me parece de un lirismo sublime la canción siciliana de Cavallería Rusticana, y más cantada por Kraus; ¿tal vez esto -don Alfredo presente, aunque Massenet ausente- habría evitado la objeción de don Diego al "Pourquoi me réveiller"?
Lo dicho: estupendo. Muchas gracias.

Tolo dijo...

Gracias Paco y me alegro que te haya gustado la selección. Respecto a la Siciliana, por supuesto Kraus la canta muy bien, pero no es una pieza que me haya impactado con la fuerza de otras, ¿Quizás porque se canta desde fuera del escenario y siempre me suena algo lejana? Bueno, la verdad es que es notable la interpretación de Kraus en ese disco de arias dirigido por Franco Patané. Acabo de oírla para refrescar mi memoria. Pero en ese mismo recital hay una joya, aún mayor en mi opinión. Esa canción, más que aria, de Rossini: Il piccol legno ascendi. Toda ella en el registro alto, pero de encantador lirismo, y cantada por nuestro tenor con
un tono "sfumato" y transparente, de sencilla pero noble pureza. En fin, habría otras muchas posibles, claro. Con Kraus uno empieza y no acaba.

Anónimo dijo...

¿Ves?, es lo que tienen estos comentarios: después de leer el tuyo, busqué el antiguo LP (año 68, ¡40 ya!), que hacía siglos que no sacaba, y me he dado un recital Kraus. Llevas razón, esa "canción más que aria" es excelente, aunque en mi memoria siga teniendo más fuerza la siciliana que, vuelta a oír ahora con los "picados" del vinilo, es ya el no va más.