MIS DOCE MOMENTOS EN OPERA
Elegir 12 momentos fundamentales en mi experiencia de apasionado a la ópera, con grabaciones de estudio y sin repetir cantante ni compositor, no es tarea fácil. Muchos significativos quedarían fuera aún limitándome a los de Montserrat Caballé, aquí representada por su sublime Norma, severa sacerdotisa y conmovedora madre, en la sobrecogedora escena final, acompañada por el recio Pollione de Plácido Domingo. Acababa de abandonar la adolescencia cuando el dúo central de este finale me enganchó para siempre al placer de la Ópera. Un nume, un fato di te più forte, ci vuole uniti in vita e in morte… Versos de pasión más allá de la muerte que dentro de mí no han dejado de resonar desde entonces. Y todos estos años canté y lloré con la ópera. En momentos de carencia emocional los adioses a la vida de Cavaradossi y Dido, interpretados con honda pero refinada emotividad por Carreras y De los Angeles, me hundieron con gusto un poco más en la melancolía. Pero mayormente la Ópera ha alegrado mi vida. Y nadie tanto como Rossini, el más eficaz antidepresivo que conozco, sobretodo servido por una voz perfecta para su estilo -la escena de Malcolm es un milagro- como la de Horne. O Handel, al que empecé a descubrir con Giulio Cesare y esa aria del astuto cazador que Stutzman, una auténtica contralto, canta ejemplarmente. Fue quizás la brillante extravagancia de este arte irracional, donde también se odia cantando, lo que más me sedujo. Y aún recuerdo el impacto de la primera audición del aria de la Reina de la Noche, en la que Streich desafía las leyes de la física. O del grito a las armas de Manrico, aquí espectacularmente recreado por Pavarotti, en una escena que ejemplifica como pocas la excitación visceral de este arte. Dado también al vuelo de la ensoñación –el mundo exterior me fue inhóspito y hostil durante toda mi primera juventud-, en la introspectiva sensualidad de la ópera francesa encontré alas. Particularmente con la vocalidad elegante y seductora de tenores como Kraus, Simoneau y Gedda. El canto acariciante de éste último en una rareza de La Muette de Portici llega a placer sensual. Mientras Callas en Mon coeur s’ouvre à ta voix enebria espesando el tono con la riqueza del chocolate fundido y crea una amante irresistible. Ah! réponds à ma tendresse! Verse-moi, verse-moi l'ivresse! Esa borrachera de los sentidos que sólo he encontrado en la Ópera. Pero jamás he visto tan bien expresado el arrobo del enamoramiento, cuando se apaga el mundo y sólo vemos al amado, como en el aria de Gluck con la voz de Berganza. L’aura que tu respiri al fin respiro. Canción de amor y muerte es la Ópera, aunque, como refleja esta selección, la guadaña se rinde al dolce ardor.
(Foto: Alucinando en el escenario del Teatro Real)
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1 Die Zauberflöte (Mozart): Der Holle Rachle Kocht In Meinem Herzen (Rita Streich) DEUTSCHE GRAMMOPHON
2 Elena e Paride (Gluck): O del mio dolce ardor (Teresa Berganza) DECCA
3 Giulio Cesare (Handel): Va tacito e nascosto (Nathalie Stutzmann) RCA
4 Dido and Eneas (Purcell): Thy hand, Belinda... When I am laid in earth ( Victoria de los Angeles) DECCA
5 La donna del lago (Rossini): Mura felici (Marilyn Horne) DECCA
6 Norma (Bellini): Qual cor tradisti… Deh! non volerli vittime (Montserrat Caballé y Plácido Domingo) RCA
7 La muette de Portici (Auber): Du pauvre seul ami fidele (Nicolai Gedda) EMI
8 Il Trovatore (Verdi): Ah sì, ben mio...Di quella pira (Luciano Pavarotti) DECCA
9 Les pecheurs de perles (Bizet): Je crois entendre encore (Leopold Simoneau) DEUTSCHE GRAMMOPHON
10 Tosca (Puccini): E lucevan le stelle (José Carreras) PHILIPS
11 Werther (Massenet): Pourquoi me réveiller (Alfredo Kraus) BONGIOVANNI
12 Samson et Dalila (Saint-Säens): Mon coeur s'ouvre à ta voix (Maria Callas) EMI