domingo, 13 de noviembre de 2011

RESFRIADA Y MARAVILLOSA

Anoche los afortunados asistentes en la Sala María Cristina de Málaga al recital de Mariola Cantarero (increíblemente había asientos vacíos), disfrutamos no solo de una actuación realmente memorable, sino también -en mi opinión- del alumbramiento de una gran artista. Recién casada y con un buen resfriado encima -entre aria y aria tuvo que pedir un kleenex al público, con su acostumbrada campechanería- , algo más esbelta y yo diría que emocionada, hizo por fin la soprano granadina su debut en la ciudad (y no pudo ser en el Teatro Cervantes, nada extraño dado el alarmante deterioro de la errática política de programación de nuestro teatro municipal). Con un completo programa de arias de ópera, canciones y romanzas de zarzuela, la Cantarero demostró cómo ha llegado a dominar su espléndida voz, modulándola con expresividad desde el pianísimo hasta el fortísimo, pero también -e igualmente importante- su notable madurez como intérprete y artista. Vimos a una cantante desafiando catarro y señora completa de su arte. Capaz de meterse en cada papel en mente y cuerpo, desde la regia Bolena a la casquivana Margot, pasando por la ingenua Linda. Con una voz pletórica y moldeable, segura en todos los registros, que esta noche sonó, para mis oídos, más bella que nunca. Una artista en fin que dejó su impronta en cada pieza, haciéndola suya.

Comenzó el programa con Mozart, para ir calentando la voz con una cancioncita, Un moto di gioia, el aria de Susanna Deh vieni, non tardar de Le Nozze di Figaro y la temible aria de Donna Anna Crudele!... Non mi dir del Don Giovanni, donde exhibió afrenta en el recitativo, dulzura en el larghetto y deslumbrante coloratura en la sección final. Con ello disipó mis temores de que el refriado que ella anunció nos jugara una mala pasada. Tras un intervalo pianístico, a cargo de su excelente acompañante, Giulio Zappa, continuó con las dos espléndidas arias de Donizzeti de las que dejo aquí testimonio videográfico. En la segunda parte, con los Cuatro Madrigales Amatorios de Rodrigo se reveló también como consumada recitalista de canciones. Y tras dos piezas pianísticas de Albéniz, concluyó con tres romanzas de zarzuela, el Vals de Chateau Margaux, No sé qué siento aquí, la Canción Veneciana, Pensando en el que la quiere, de El Carro del Sol y su ya habitual Polaca, Me llaman la Primorosa, de El Barbero de Sevilla, acompañándose ella misma con castañuelas. Como sola propina, pero absolutamente maravillosa, Che il bel sogno di Doretta, de La Rondine de Puccini, donde derrochó pianos deslumbrantes y emocionada expresividad. Broche de oro a una gran noche de Canto con mayúsculas.


Pese al rapapolvo del presidente de la Fundación Unicaja -poco interesado en que momentos artísticos memorables queden registrados para disfrute de muchos en un mundo nuevo, en el que él no habita, de comunicación sin fronteras e intercambios culturales sin estúpidas cortapisas legales-. pude grabar con mi iPhone estas dos arias con las que Cantarero finalizó la primera parte del recital. En Piangete voi? y Al dolce guidami, de la escena final de Anna Bolena, exhibió un agudo seguro, etéreos pianísimos, y punzante dramatismo. Como se aprecia en el video, aprovecha el intervalo entre el recitativo y la cavatina para aclararse la nariz y al final se le ve solicitando un pañuelo. Seguidamente despachó con soltura y aplomo la vistuosística aria de entrada de Linda di Chamounix, O luce di quest' anima (mejor trabajada que en el reciente recital de Nerja), ópera con la que se presentará en el Liceu de Barcelona en diciembre, junto al tenor jerezano Ismael Jordi. Yo ya tengo entradas, claro.