sábado, 3 de mayo de 2008

EN LONDRES


ESTABA EN LONDRES y conocí a un chico inglés rubio y de ojos claros, brazos fuertes... Sólo los dientes eran curiosamente irregulares. Pronto fue amor a primera vista. Era actor de cine, aunque no una estrella. Le llevé, por primera vez para él, a la National Gallery. Luego en la calle se compró un cuadro. Me dijo que quería empezar a apreciar la pintura. Ya me estrechaba con su brazo derecho contra él. En un santiamén recorrimos así buena parte de la ciudad. El Tower Bridge brillaba como nunca, encendido aunque debía ser mediodía. Porque él me miró y dijo: ¿Almorzamos? Le respondí que sí, cuando ya empezaba a sospechar que aquello tenía que ser un sueño... Poco después me desperté. Pero volví a amodorrarme con la esperanza de comer con él. Seguí en Londres, pero él ya no estaba... Me he levantado con un melancólico vacío y durante un rato he sentido la carencia del amor perdido.